Alexander Sukharevsky
Comentario de McKinsey
Socio Senior y líder global de QuantumBlack, AI by McKinsey
Cuanto más observamos a las organizaciones que utilizan IA, más nos convencemos de la necesidad de un proceso en sentido descendente para mover la aguja. La implementación efectiva de la IA comienza con el compromiso incondicional del equipo ejecutivo e, idealmente, de la junta directiva. El instinto de muchas empresas es delegar la implementación en el departamento de TI o digital, pero repetidamente, esta resulta ser una receta para el fracaso.
Existen varias razones para ello: la primera es que obtener valor real de la IA requiere una transformación, no sólo nueva tecnología. También implica una gestión del cambio exitosa y la movilización de todo el personal, por lo que el liderazgo del equipo directivo es fundamental. Se trata de una transformación potencialmente costosa, que exige un uso intensivo de recursos y talentos a veces escasos. La manera de obtener esos recursos influye mucho, y es una decisión que debe tomarse a nivel ejecutivo y considerar el balance necesario entre el uso eficiente de los recursos y un empoderamiento amplio – un equilibrio a reevaluar continuamente en paralelo con la evolución de la tecnología y de la organización.
Con el tiempo, las organizaciones se habitúan a la IA y la incorporan a más funciones, dejando que el liderazgo se centre en tareas más específicas como monitoreo de impacto y desarrollo de talentos, y no en la implementación en sí.